Historias culinarias: La pasta

Historias culinarias: La pasta

Una de las leyendas más debatidas y relevantes, al menos en la historia del mestizaje culinario, es la que cuenta que fue Marco Polo quien introdujo la pasta desde China.

Si bien es cierto que en China se hacía pasta, esta se elaboraba con mijo, otro cereal con 4.000 años de historia. Y, seguramente, Marco Polo la degustó en todas sus formas y colores. Sin embargo, mucho antes de que este llegase a China, por primera vez en 1274, la pasta ya tenía larga data de existencia en Italia. Esta, a diferencia de la que supuestamente el mercader descubrió en China, era elaborada con harina de trigo duro.

Se sabe que casi todas las potencias dominantes del Mediterráneo de aquella época llegaron a colonizar Sicilia en algún momento de la historia. Entre tales invasores, los musulmanes la ocuparon entre los siglos IX y XI. Allí, se diversificó la agricultura y se transmitieron muchos de los sabores que hasta en la actualidad permanecen en la cocina siciliana.

Fue en medio de este contexto en el cual los historiadores hallaron un texto, redactado en 1154 por el cartógrafo ceutí del rey Ruggero II de Sicilia, Al-Idrisi, donde menciona Trabia, un asentamiento a pocos kilómetros de Palermo que apostaba por estirar largas y delgadas tiras de masa que dejaban secar y que denominaban ‘itriyya’. Posteriormente, la degustaban cocida en agua caliente.

Hasta aquí la historia parece estar más clara. Parece lógico pensar que este alimento fácil de conservar y comercializar podría haber sido muy útil teniendo en cuenta el estilo de vida nómada de los árabes.

Sin embargo, John Dickie, historiador y académico británico especializado en Italia, en su libro Delizia! The Epic History of Italians and their Food (2007) desmiente esta hipótesis al señalar que esto solo podría ser posible “si los camellos hubieran tenido la suficiente fuerza para cargar con las pesadas ruedas de molino que se necesitan para preparar la harina, sin olvidar que los conquistadores que poblaron Sicilia eran mayoritariamente de origen bereber y no árabe”. 

Por lo tanto, resulta difícil aún hoy determinar el origen de la pasta a un único territorio y momento histórico. Sin embargo, al menos se pueden seguir estudiando bajo dos importantes premisas: la pasta ya existía en Italia antes de la llegada de Marco Polo a China y que el mérito, por tanto, de los musulmanes, fue sobre todo el de la difusión y la distribución de la pasta.



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